Son las cuatro de la mañana y no
puedo dormir. Ayer fue un día intenso; ayer descubrí la cara más triste y dura
de Londres.
Dejé la Costa Azul porque quería
vivir en un entorno real y no en una burbuja artificial. Pues si realidad
quería, realidad he encontrado en Londres.
Mientras todo el mundo celebra
animado la exaltación de unos Juegos Olímpicos que, para mí, se han convertido en
otro gran negocio comercial, yo veo como unos amigos míos deciden marcharse
de Londres. Hace un año tuvieron un hijo: “no queremos educarlo aquí”, me
dicen, “éste no es buen sitio para niños, nos volvemos a España” En ese mismo
momento me pregunté a qué se referían con ‘buen sitio’. No he tardado en
descubrirlo.
Londres es una ciudad de contrastes.
Junto a sus edificios maravillosos, sus museos gratuitos, sus múltiples oportunidades,
justo al lado, se encuentran el riesgo, la violencia, el abuso de cierta
población hacia otra.
Se tiene que ser fuerte
psicológicamente para no caer en ciertas trampas que la ciudad lanza. No
importa en qué nivel de la escala social te encuentres. De la misma manera que
existe una energía muy positiva que te revitaliza, existe una de signo
totalmente contrario que te la absorbe.
Es por eso que cruzarse con gente
que te explique que en su trabajo se codea con ‘malas personas’, encargadas de
estafar, manejar dinero de grandes fondos de inversión sin escrúpulos, no es
difícil. Ya no se ven millonetis gastando miles de libras cada noche en champán
y lujo, pero no porque no se les siga pagando bien, sino porque se les pidió
que fueran menos fanfarrones con su dinero para que la población normal no se
quejara, o si no, sus primas estaban en riesgo. La posibilidad de perder primas
has sido efectiva, pero los locales nocturnos ahora ya no llegan a final de
mes. Los que trabajan en esos locales, ya no tendrán de qué vivir (y son muchos). Una economía basada en el derroche y la estafa, no puede ser buena, por defición.
Un año después de las revueltas,
me parece necesario recordarlo. Los Juegos Olímpicos sólo son maquillaje. Para
ver el verdadero Londres se ha de rascar.
Londres es una ciudad
maravillosa, pero peligrosa. Educa a monstruos, entre ricos y pobres. Esperemos
que la crisis no extienda lo malo que se
cultiva en ella aún más. Personalmente yo creo que el cáncer ya se está
extendiendo y nadie está haciendo nada por evitarlo. Ojalá me equivoque, aunque
raras veces lo hago.
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